Cuando pensamos en turismo, es fácil que vengan a nuestra mente imágenes y conceptos como: playa, hoteles, museos, discotecas, restaurantes, etc. La idea de salir del lugar de origen para vacacionar, implica una serie de prácticas que usualmente se dirigen al gozo del tiempo libre, de la forma más placentera que esté al alcance de nuestros bolsillos, privilegiando la comodidad y la oportunidad de relajarse fuera de la rutina cotidiana.
Sin embargo, parece que el ideal que persiste entre la población “clasemediera” de nuestro país en lo que respecta a las vacaciones (que mucho tiene que ver con una concepción originalmente diseñada en suelo estadounidense) poco a poco ha ido quedando en segundo plano frente a una nueva tendencia, que llega, sobre todo, de las clases medias y altas de países europeos, contagiando a los lugareños a su paso con esta curiosidad por conocer las culturas originales y los estilos de vida de los pueblos y ciudades anfitriones.
Esta forma diferente de hacer turismo, que ha tomado fuerza a últimas fechas, estaría representada por la búsqueda del conocimiento y comprensión tanto de los sitios, como de la cultura y estilo de vida de sus pobladores. Esta nueva manera de interpretar el turismo, ha otorgado a las comunidades (algunas veces olvidadas) de diferentes sitios del mundo, a resignificar sus lugares de origen y a la búsqueda de su difusión como puntos de interés a través de distintos programas turísticos, tomando como punto de partida todo el bagaje cultural que poseen, es decir, sus tradiciones, modos de alimentación, actividades económicas, ritos, lengua, artes, etc.
A través del turismo cultural, ambas partes se ven sumamente beneficiadas y enriquecidas. Por un lado, tenemos a los turistas, quienes tienen la posibilidad de ampliar en gran medida sus horizontes culturales, aprender, experimentar y volcarse en un mundo distinto al que conocen, todo esto sin la necesidad de gastar grandes cantidades de dinero y recibiendo un trato cálido y plagado de detalles locales. En el otro lado, están también los pobladores del lugar anfitrión, los cuales tienen el beneficio económico, pero además, encuentran en el turismo una forma de autosustentarse como comunidad, especialmente como alternativa a la falta de empleos, o al abandono de las áreas rurales que ha significado en Latinomérica el éxodo a las grandes ciudades, a partir de la puesta en marcha del sistema neoliberal de forma globalizada.
En este artículo, podemos dar cuenta de la experiencia argentina en el tema de turismo cultural, así como de una descripción detallada de la situación del turismo en los últimos años y cómo es que esta nueva modalidad ha ido proliferando a lo largo y ancho del país.
Puedes consultar este artículo completo en: http://www.gestioncultural.org/gc/private/analisisSectoriales/pdf/CToselli-TurCultural.pdf
Publicado por: Carla Hernández Ramírez
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